1 de diciembre 2025

Nuevas enfermedades de las palmeras (Fusariosis): un reto creciente para el paisajismo de la Costa del Sol

El problema de la fusariosis es que actúa desde dentro. El hongo coloniza los conductos que transportan la savia y, poco a poco, las hojas comienzan a secarse

Las palmeras son parte de la identidad de la Costa del Sol. Definen paseos, jardines y complejos turísticos, y forman parte del paisaje que todos reconocemos. Pero en los últimos años hemos empezado a convivir con una amenaza que avanza en silencio: la fusariosis, una enfermedad provocada por un hongo del género Fusarium que está afectando a especies tan habituales como las especies de Phoenix spp. (dactylifera y canariensis) y Washingtonia spp. (filifera y robusta).

El problema de la fusariosis es que actúa desde dentro. El hongo coloniza los conductos que transportan la savia y, poco a poco, las hojas comienzan a secarse hasta que la palmera se debilita por completo. En las primeras fases apenas da pistas, y cuando los síntomas son visibles, suele estar ya muy avanzada. Por eso el diagnóstico temprano y un mantenimiento especializado se vuelven fundamentales.

En nuestra zona, este tipo de enfermedades está creciendo por varios motivos: mal manejo del riego por exceso de agua, suelos con mal drenaje, uso excesivo de especies sensibles y malas praxis de poda (sobre todo por podas en verde y no desinfección de las herramientas y máquinas de poda). En este contexto, mantener una palmera sana va mucho más allá de regar o podar; implica conocimiento, seguimiento continuo y una estrategia adaptada a cada jardín.

El papel del mantenimiento especializado

En Agrojardín llevamos años centrados en esta forma de trabajar. Nuestro equipo, altamente cualificado, conoce bien cómo reaccionan las plantas al clima mediterráneo y qué necesita cada especie para desarrollarse con garantías. A esa experiencia diaria se suma una formación constante que nos permite aplicar tratamientos más eficaces y responsables, algo que se nota en la calidad de nuestros trabajos.

Además, hemos incorporado protocolos específicos para el control de enfermedades en palmeras y un enfoque basado en la lucha biológica. Buscamos reforzar la resistencia natural de las plantas y reducir al mínimo el uso de fitosanitarios, apostando por soluciones más seguras para las personas y para el entorno. Con el tiempo, este método demuestra que los jardines responden mejor y se vuelven más estables frente a patologías emergentes.

La fusariosis plantea un reto importante, sí, pero también nos está empujando a trabajar de manera más sostenible y preventiva. En una zona donde las palmeras forman parte de nuestra identidad paisajística, adelantarse a los problemas es fundamental. Y ahí es donde un mantenimiento profesional y un equipo cualificado marcan de verdad la diferencia.

 

Mantener una palmera sana va mucho más allá de regar o podar; implica conocimiento, seguimiento continuo y una estrategia adaptada a cada jardín